Existen numerosas obras filosóficas que han perdurado en el tiempo, pero una destaca por su gran claridad. A diferencia de muchos textos filosóficos densos, el enfoque de Nietzsche es conciso, dinámico y cautivador. En vez de imponer una ideología concreta, invita a su audiencia a cuestionar críticamente los estereotipos predominantes en el mundo moderno.

Algunas de sus fuentes de inspiración fueron Arthur Schopenhauer, Richard Wagner y Paul Rée. Schopenhauer, filósofo de renombre y ateo acérrimo, influyó en sus primeras obras con un profundo trasfondo religioso. Asimismo, Wagner, el célebre compositor, y Rée, un colega filósofo, influyeron en sus puntos de vista sobre el sufrimiento y la moral. Estos vínculos influyeron incluso en su razonamiento filosófico. Cuando rompió su amistad con Wagner, Nietzsche procedió a una completa revaluación de sus opiniones.

La moral no es absoluta: depende de factores como la política, la cultura y la ilustración. ~ Friedrich Nietzsche

Por esta época, Nietzsche adoptó un estilo de vida ermitaño, lo que alteró el curso de sus publicaciones filosóficas. En lugar de evitar aspectos fundamentales como la voluntad humana de vivir, existir, procrear e innovar, defendió la importancia de afrontar la vida y todos los sufrimientos que la acompañan para vivirla en plenitud.

Durante la mayor parte de su trayectoria, Nietzsche cuestionó incansablemente casi todas las doctrinas y valores predominantes que regían la existencia humana en la Europa moderna. Pero, al final de sus días, su conjunto de refutaciones culminó con un «sí». Sí a la vida, a sus dificultades, a las desigualdades en los estratos sociales, al dolor y a la inevitable posibilidad de una vida triste.

Nietzsche fue ampliamente reconocido como un pensador excepcional. Sus escritos ahora nos presentan su mente y sus ideas en su totalidad. Presta atención a este resumen para profundizar en su profética ideología sobre la moral en una sociedad civilizada.

Los filósofos tienden a moldear la vida conforme a su imagen y a imponer sus puntos de vista a sus seguidores. Nietzsche, por ejemplo, veía el estoicismo como una forma de tiranía autoimpuesta, que ignoraba la importancia de la pasión y el dolor personales. Para él, representaba una forma de autohumillación, simplemente para mostrar superioridad y poder sobre los demás.

Los filósofos construyeron castillos en el aire con la excusa de formular teorías plausibles. Sin embargo, cuando de vez en cuando bajaban a la tierra, planteaban muchas preguntas que podrían haberse respondido con pocas palabras. Según Nietzsche, intentaban salvaguardar sus posiciones. Esta postura es comprensible teniendo en cuenta su perspectiva sobre sus predecesores y compañeros intelectuales.

Por ejemplo, Nietzsche pensaba que muchos filósofos justificaban indirectamente a los criminales en sus obras. ¿Por qué? La filosofía exige un enfoque completo de todas las actividades humanas, incluidos los aspectos morales e inmorales. Los pensadores encuentran su nicho abogando por uno u otro bando, pero algunos se adentran en el campo de las mentes corrompidas, racionalizando sus acciones.

Al contrario de lo que se cree, la sed de conocimiento es distinta de la filosofía. ~ Friedrich Nietzsche

Como parte de la clase filosofante, Nietzsche sostenía algunas ideas sobre la humanidad. En pocas palabras, no ocultaba su desaprobación de la sociedad. Creía que las personas evitan enfrentarse a las dificultades de la vida, especialmente al sufrimiento. El hacerlo les impide convertirse en seres complejos. Por ejemplo, sostenía que el individuo promedio adoptaría fácilmente dogmas sobre la existencia de Dios y sobre cómo interactúa con los humanos, con todas sus construcciones estereotipadas. Sin embargo, ese mismo sujeto aprovecharía cualquier oportunidad para malinterpretar, por ejemplo, las escrituras, para adaptarlas a sus puntos de vista, en lugar de adoptar las enseñanzas tal como son.

Defendió la autonomía humana, e insistió en que las barricadas de la moral no deben obstruir el camino del descubrimiento y la realización personales. Además, argumentaba que la búsqueda de la verdad es inútil para los pensadores, los observadores ingenuos, los moralistas y la humanidad, ya que desconfiaba de las afirmaciones absolutas de conocimiento y la verdad objetiva. A pesar de sus nociones radicales, sus ideas obtuvieron un reconocimiento limitado durante su vida. Si hubiera previsto el alcance de su influencia posterior, quizá habría planteado sus opiniones con un toque de conservadurismo.

En el siglo XVIII, la Revolución Industrial y la reforma de las relaciones económicas empezaron a transformar el estilo de vida y las creencias populares, incluida la religión. Esta no pudo evitar la época del cambio, reflejado en los textos literarios y filosóficos. Fue Nietzsche quien proclamó su carácter rudimentario.

Argumentó fervientemente contra lo que percibía como un declive de la espiritualidad, especialmente entre los cristianos europeos de su época. Consideraba que muchos explotaban la religión, utilizándola como un canal conveniente para ejercer su voluntad mientras descuidaban sus formas y estructuras rígidas. Sin embargo, propuso una paradoja: aunque la religión promueve virtudes como la espiritualidad, la humildad y la modestia, en última instancia reduce el potencial innato de los individuos, lo que conduce a una disminución de la capacidad y aspiraciones humanas.

Nietzsche creía que muchos líderes religiosos carecían de intelecto y originalidad. Aun así, reconoció los méritos de la Iglesia, dada su contribución social al desarrollo de Europa. No obstante, pensaba que la humanidad podría ejercer mejor el juicio y la moral si se le permitiera tomar decisiones basadas en su intuición.

La fe satisface nuestra necesidad de alegría, optimismo y esperanza a pesar de la crueldad del mundo. ~ Friedrich Nietzsche

Nietzsche se inspiró en diversos textos, incluida la Biblia. Muchas de sus citas tienen su origen en las Escrituras. Por ejemplo, una de sus afirmaciones ilustra la relación entre la religión y la comprensión intelectual. Según él, toda persona viva, independientemente de su concepto de teísmo, se esfuerza por hacer valer su influencia, su poder, sus principios y sus inclinaciones personales en todo lo que hace.

Friedrich Nietzsche nunca abogó por la abolición de la religión; criticó la superficialidad, el placer y el patriotismo como distracciones de los valores superiores. Desde su perspectiva, el cristianismo promovía una moral de esclavos, la cual valoraba la humildad, la sumisión y la debilidad, en detrimento de la afirmación de la vida y el poder. Este sistema de valores invertía las jerarquías naturales al elevar a los débiles y sufrientes a un pedestal de santidad moral. Nietzsche expresaba una profunda preocupación por la dirección en la que Europa se dirigía, temiendo que la prevalencia de los valores cristianos, junto con ciertas tendencias filosóficas, llevara al continente hacia un profundo nihilismo y decadencia. Su icónica declaración «Dios ha muerto», no era una negación literal de la divinidad, sino una observación sobre la pérdida de la autoridad moral y metafísica en la sociedad europea moderna. Este reconocimiento venía acompañado de su inquietud sobre las posibles consecuencias de tal pérdida, principalmente la emergencia de un nihilismo desencantado que podría ver la vida como carente de significado y valor.

La moral está tan arraigada que sobrevivirá a la muerte de la religión. ~ Friedrich Nietzsche

¿Sabías que…? Aunque la salud de Friedrich Nietzsche fue delicada la mayor parte de su vida, su estado mental se deterioró considerablemente tras ver cómo azotaban a un caballo viejo en la calle. Sus pensamientos sobre la moral trascendieron no solo a la humanidad, sino a la vida misma.

En su filosofía, Nietzsche no establecía sistemas morales. De hecho, rechazaba la moral tradicional como una entidad que no tenía ningún valor, sino que privaba a quienes eran capaces de perseguir una mejor forma de vida de la posibilidad de hacerlo. En otras palabras, la moral proporcionaba los medios para sobrevivir, pero no para vivir.

Para mantenerse viables, las sociedades se estructuran intrínsecamente en torno a un conjunto de normas óptimas que funcionan lo mejor posible. Pero este delicado equilibrio puede romperse cuando se imponen reglas arbitrarias con el pretexto de forjar vínculos. La Europa moderna ilustra cómo forzar la balanza de la moral puede implicar una falta de autoorientación. Este punto de vista sugiere que los filósofos legalistas contemporáneos ven a los humanos como seres ligeramente elevados pero indomables, propensos a correr libremente sin supervisión constante.

Para Nietzsche, fabricar códigos sociales es una falta de respeto. Defendía que, independientemente de las estructuras involucradas, las jerarquías se formarán de manera natural en función del potencial, capacidad y riqueza individuales. Por ejemplo, los esfuerzos por afirmar la igualdad entre los seres humanos, como uno de los pilares de la moral, están condenados al fracaso, ya que el concepto es contrario a las leyes de la naturaleza. Nuestro deseo es que todos reciban el mismo trato, pero ¿alguna vez se hace realidad? Estas son algunas de las lagunas que Nietzsche encontró en la moral institucionalizada.

Los filósofos suelen ser incomprendidos, ya que parecen enigmáticos y misteriosos. Solo unos pocos son conocidos en la historia por su asertividad. En lugar de proclamaciones directas, guían discretamente a los demás para que vean las cosas desde su perspectiva. A menudo, Nietzsche afirmaba que prefería ser incomprendido o, dicho de otro modo, ser comprendido con un esfuerzo deliberado. Creía que las llamas de la filosofía podrían apagarse en el futuro. Por ello, afirmaba que los filósofos de su época solían huir del escepticismo. Preferían preservar los dogmas y el ethos de su tiempo en el statu quo.

La filosofía no es difícil, sino imposible de enseñar a los demás. Es un viaje de autodescubrimiento que nos lleva a diferentes destinos. ~ Friedrich Nietzsche

Nietzsche también pensaba que la mayoría de las personas perciben a los filósofos y a sus homólogos científicos de forma similar. Sin embargo, se esforzó por aclarar que los filósofos encarnan varias especialidades indefinidas, son el conocimiento personificado. En cambio, los científicos no gozan de tanta libertad como ellos. A menudo se especializan en un campo y se guían por una serie de dogmas profesionales.

Las virtudes siempre han definido la dirección cultural y moral de las civilizaciones. Los valores de nuestra sociedad actual reflejan nuestras diversas influencias. Es muy probable que se nos pegara la aptitud moral de nuestros antepasados. A pesar de reconocer su integridad, muchos permanecen vigilantes ante sus posibles deslices. Por eso, Nietzsche aconseja a las almas virtuosas que eviten que las menos morales se sientan culpables por no alcanzar su nivel.

La virtud puede ser colectiva o individual. En un conjunto de personas, el valor colectivo prevalece sobre las preferencias individuales. ~ Friedrich Nietzsche

Desde su taburete de filósofo, Nietzsche afirma que ser justo puede ser contraproducente. Afirma que algunos cargos requieren la asertividad de una bestia bruta para obligar a otros a alinearse con sus objetivos. Un dictador militar, por ejemplo, no puede permitirse estar a favor de la virtud, pues eso niega su causa y propósito.

Profundizando en esto, Nietzsche extiende esta noción a los roles de género y a la igualdad. Habló de cómo las mujeres se ven impulsadas a buscar carreras y a forjarse una imagen respetuosa. Aunque sus obras fueron escritas en el siglo XIX, parecen proféticas, pues presagian el empoderamiento de las mujeres del siglo XXI, que ahora disfrutan de mayores derechos y oportunidades gracias a los esfuerzos de sus defensores del pasado y de sus propias acciones. Este cambio es probablemente producto de la prevalencia de la democracia en prácticamente todo el mundo moderno.

Hablando de política, Nietzsche analizó cómo las democracias europeas del siglo XIX trataban a los judíos. Reveló la existencia de la virtud colectiva, una norma ética que defiende a un grupo de personas. Reconoce que la presencia judía en los países europeos tiene ventajas, sobre todo para los intelectuales como él, ya que aporta un influjo de perspectivas de la vida culturalmente diversas. Sin embargo, también admite que el alemán promedio de la época era hostil hacia los judíos. Consideraba que los políticos alemanes podrían haber reducido las fricciones regulando su afluencia, como habían hecho algunos países europeos.

Lo que se hace por amor siempre acontece más allá del bien y del mal. ~ Friedrich Nietzsche

Los altibajos del poder han provocado cambios históricos constantes, que desafortunadamente suelen conllevar la represión de un grupo y el ascenso de otro. A su vez, esto perpetúa el empobrecimiento de los menos privilegiados, ya que entidades como las oligarquías ejercen una influencia duradera. Incluso en medio del avance social y la abolición de la esclavitud, el orden de las subversiones sigue en pie, aunque de manera sutil. Sin embargo, es interesante que Nietzsche y pensadores como él vieran indicios de esto en el futuro de la humanidad.

Nietzsche no creía que las injusticias atroces que plagaban —y aún plagan— las sociedades fueran el resultado de la incivilización. Por el contrario, afirmaba que las oligarquías son el tejido mismo de la sociedad, a la que hay que controlar e impedir que se desvíe hacia uno de los dos extremos: la rebeldía y la anarquía.

En su búsqueda de una regla general de moral aplicable a la sociedad, descubrió que no había virtudes que pudiera describir como definidas en la moral. Sin embargo, clasificó la mayoría de ellas en dos categorías: orientadas al amo y al siervo. Bajo cualquier conjunto de condiciones e independientemente de la época y la civilización, consideraba que la moral podía ser de uno de estos dos tipos.

Por ejemplo, la moral orientada al amo incluye la fuerza, la ambición, la audacia y la mentalidad abierta. Va más allá de los simples términos del bien y el mal. Debemos valorar el primero y erradicar el segundo. Para Nietzsche, las personas nobles y poderosas encabezan la moral orientada al amo, mientras que las personas débiles, cobardes y de mente cerrada están ligadas al carácter orientado al siervo. Estos siervos no buscan la correspondencia con sus amos mediante el desarrollo, sino que desean envilecer todas las virtudes creadas por ellos. Por ello, Nietzsche considera que los siervos son cínicos y pesimistas.

Ser noble a menudo implica adoptar una dosis considerable de egoísmo, ya que la nobleza rara vez coincide con el servilismo. ~ Friedrich Nietzsche

No obstante, es probable que un alma noble haya aceptado la necesidad de ejercer su «voluntad de poder» —concepto establecido por Nietzsche— incluso desde una aparente humildad o piedad. El noble reconoce que inevitablemente dejará personas problemáticas a su paso. En consecuencia, cada individuo con el que se encuentre es visto como una ayuda, un obstáculo o un refugio.

Por último, también criticó a los filósofos por pretender que dominaban la búsqueda pura de la verdad. Creía que los mejores filósofos tenían sus valores, su moral y sus matices entrelazados con sus enseñanzas. Sin duda, esta era también la naturaleza de Nietzsche. Al final de cuentas, predicas con el ejemplo.

Sobre el yo, Nietzsche criticó la filosofía por no comprender la conciencia y la moral. Creía que el ser humano se debate entre la elección y el destino, por lo que cuestionaba el libre albedrío. En cuanto al valor, descubrió que la moral varía con la cultura, la situación geográfica, la ilustración y el tiempo. Este cambio constante en el paradigma de la moral le hizo preguntarse por qué protegemos estos principios con tanto afán.

En cuanto al sufrimiento y la empatía, expuso la inestabilidad de la bondad, los valores y la moral. La empatía puede ofrecerse a los débiles mientras los poderosos pueden engañarlos para que obedezcan. Para él, el sufrimiento era un privilegio que conducía a un objetivo más consistente y maduro en la vida.

Con respecto a la religión, Friedrich Wilhelm Nietzsche es la fuente de la famosa frase «Dios ha muerto», adoptada por numerosos ateos en el siglo XXI. Sin embargo, muchos la han citado fuera de contexto. La versión completa es «Dios ha muerto. Y nosotros lo hemos matado». Se refiere al hecho de que las personas tienen una percepción defectuosa de la divinidad.

Cuenta la historia de una pupa que luchaba por escapar de su capullo y convertirse en una hermosa mariposa. En el jardín donde estaba por ocurrir la transición, el dueño se dio cuenta de lo que sucedía y ayudó a la mariposa a emerger. Sin embargo, esta murió poco después. El amigo del jardinero, un biólogo, explicó más tarde que su intervención durante la fase simbólica de desarrollo de este insecto probablemente hizo que perdiera su poder innato y su voluntad de vivir. Nietzsche articuló esta misma idea en su concepto de voluntad de poder. Creía que los seres humanos alcanzan el poder intelectual, religioso, físico e incluso político tras perfeccionarse en el necesario horno del sufrimiento.

  • Ve el episodio de la serie Genios del mundo moderno sobre Friedrich Nietzsche para conocer con más detalle su polémica personalidad.
  • Estudia las filosofías básicas de otros nihilistas y existencialistas famosos como Søren Kierkegaard, Albert Camus y Friedrich Heinrich Jacobi para forjarte tu opinión.

RESUMEN DEL LIBRO:

Más allá del bien y del mal de Friedrich Nietzsche, COMPRALO.

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